Riquelme y La Bombonera: la historia de un románce eterno
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Buenas! En un día que podría ser tranquilamente declarado como un feriado por los diferentes acostecimientos que han pasado el 24 de este mes a nivel nacional como: nacimientos de Juan Román Riquelme, Lionel Messi, Ernesto Sábato, Juan Manuel Fangio, Luis Salinas, Osvaldo Zubeldía y el fallecimiento de Carlos Gardel y Rodrigo Bueno. Como también lo más futboleros recordamos los goles de “Cani” a Brasil en el Mundial de Italia 1990 y de Maxi Rodriguez a México en el Mundial de Alemania 2006. Vamos por una nota de uno de ellos y que se despide mañana.
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Ahora sí, te dejamos con el texto exclusivo de esta entrega escrito por Gonzalo Arrese. Que lo disfrutes!
“Es volver al jardín de mi casa. Será un domingo lindo donde la gente disfrutará mucho conmigo", exclamó Juan Román Riquelme en la conferencia de prensa anunciando su despedida, donde se lo vio emocionado y con la felicidad de un chico que vuelve a un lugar dónde fue feliz. Es que La Bombonera para Riquelme siempre fue especial y fue ahí donde ha logrado juntar a sus grandes amores: Boca y el fútbol, la camiseta azul y oro y la pelota, pero también ha sido el medio por el cual él pudo conocer a un nuevo amor que es su gente. Román se enamoró de La Bombonera desde el primer día y los hinchas se enamoraron de él al mismo tiempo que lo estaban conociendo, fue amor a primera vista y ellos se encargaron de ponerle su magia para que quede inmortalizado para siempre.
Todo comenzó aquella tarde soleada del 10 de noviembre 1996 cuando Boca recibió en La Bombonera a Unión de Santa Fe y Carlos Bilardo hizo debutar a un joven de 18 años llamado Juan Román Riquelme, que llevaba la “8” en su espalda y que ya con algunos destellos demostraría que no le iba pesar jugar con esa camiseta. Todo lo contrario, le asentaba muy bien jugar en esa cancha y se notó que lo disfrutaba. Tanto fue así que en las tribunas algo distinto se percibía y se cantó al grito de: “Riqueeelme, Riqueeelme”, en dos oportunidades durante el partido y también una vez terminado, todo el estadio lo ovacionó y coreó su nombre sabiendo que estaban en presencia de un tipo distinto. Era la primera cita de Román y La Bombonera, pero fue una señal de lo que vendría a futuro.
Con tan sólo 19 años y un año jugando en la Primera de Boca, después de salir campeón del mundo Sub 20 y ser una de las figuras del Mundial de Malasia 1997, llegó su debut ya en la selección mayor y como si no podría ser de otra manera sería en La Bombonera. Este era el último partido de las eliminatorias de cara a Francia 1998 y ante Colombia, Román ingresó en el segundo tiempo con la rareza de tener la “16” y el estadio comenzó a gritar por el pibe con el mismo cantico que ya se había escuchado para su debut con en la Pimera del Xeneize: “Riqueeelme, Riqueeelme”. En una clara banca de los hinchas (en su mayoría de Boca) por la joven gran promesa del equipo de La Ribera, que contaba con grandes chances de ir al Mundial y que finalmente el técnico Daniel Pasarella no decidió llevarlo.
Luego tuvo su partido consagratorio en La Bombonera y en un clásico ante River por los 4tos de final de la Copa Libertadores del 2000, ya con la “10” y siendo el enganche titular del Boca bicampeón de Carlos Bianchi en la temporada 98/99 (con 40 partidos invictos). Esa noche quedó marcada en la historia del fútbol por la categórica victoria del Xeneize por 3 a 0 con un gol y asistencia de Riquelme, pero sobretodo porque la jugada pasó a ser una leyenda conocida como: “El caño a Yepes” y en la que todo el estadio terminó cantando ese ya famoso cántico de: “Riqueeelme, Riqueeelme” como un grito de amor hacia su ídolo. Un partido que quedó en la memoria de todos los hinchas y amantes de Román, por ser contra el rival de toda la vida y porque marcó el camino de esa primera Copa Libertadores.
El 2001 fue, sin dudas, el año que más atravesó a Riquelme con La Bombonera y el que más fortaleció a esta historia de amor. Luego de ser campeón del mundo contra el Real Madrid con una actuación memorable del “10” y tras la ida de Martin Palermo del club, fue Román quién se quedó como principal referente de los hinchas y eso quedó reflejado cuando después de convertir un gol el clásico contra River lo festejó haciendo el “Topo Gigio” de cara al presidente Mauricio Macri que no quería mejorarle el contrato de juvenil que todavía mantenía. Una imagen que marcó un antes y un después en Riquelme por lo que le significó a futuro, pero que también que incremento aún más su figura y relación con los hinchas, un acto de rebeldía ante el poder que le atrajo adoradores y detractores.
Desde lo futbolístico también se vieron las mejores actuaciones de Román en La Bombonera y viéndolo jugar la Copa Libertadores con un equipo con muchas bajas, como olvidarse de cómo vivió arrodillado la serie de penales en la final con Cruz Azul y como besó la pelota antes de convertir su penal. Riquelme se cumplió el sueño de poder dar la vuelta siendo bicampeón de América y en La Bombonera, pero todavía le quedaba algo más que vivir en ese año y como sino fuese una cosa del destino también ocurriría en una tarde soleada de un 10 de noviembre, pero ya era otro el contexto y se trataba de la despedida de Diego Armando Maradona. Su ídolo de chico y quién admiraba, usó la camiseta “10” con su nombre en el partido y La Bombonera pidió para que vaya al Mundial.
Después de su etapa por tierras europeas, Riquelme volvió a Boca y al lugar del que nunca se hubiera querido ir: La Bombonera. Sólo había vuelto en la final de la Libertadores 2003 contra el Santos y fue testigo de los dos goles de su amigo Marcelo Delgado quién lo fue a abrazar en el festejo. Lo cierto es que su vuelta en 2007 generó mucha alegría en sus hinchas y volvió a agigantar más su idolatría, volvió a jugar en el “patio de su casa” y a demostrar porque ese era su lugar en el mundo. Volviendo a ganar la Copa Libertadores y siendo la gran figura principal, con goles importantes como a Cucuta en el día de la neblina y que según él fue el mejor que hizo de tiro libre, como también el gol que anotó en la primera final y jugando uno de sus mejores partidos en Boca contra el Gremio de Porto Alegre.
Fueron seis meses sin jugar y en un conflicto con el Villarreal hasta que Román regresó de forma definitiva al Xeneize en 2008, en este año el “10” tuvo otra gran Libertadores y se quedó muy cerca de otro bicampeonato continental, pero esta vez le faltó su compañera La Bombonera que se encontraba suspendida y Boca terminó quedando afuera en semifinales de la Copa. Sin embargo, Riquelme y La Bombonera se volvieron a juntar nuevamente para consagrarse campeón de un nuevo título internacional como fue la Recopa Sudamericana, dónde convirtió un gol de tiro libre ante Arsenal de Sarandí y dio otra vuelta olímpica en el “patio de su casa”. Luego llegó el 2009 y su pelea con Maradona ya como entrenador de la selección, La Bombonera habló y tomó partido al sentenciarse a favor de Román.
En 2010 Riquelme se perdió de jugar el Mundial por sus diferencias con Diego y renovó en Boca por cuatro años más, pese a que un desconocido Daniel Angelici se iba a oponer como tesorero y terminó renunciando al renovarse ese contrato. Este sería un hecho no menor en la vida de Román en el club, ya que en el futuro sería Angelici el presidente que lo echara y no lo dejase retirarse con la camiseta Xeneize. En 2011 logró salir campeón nuevamente de un torneo argentino dando la vuelta en La Bombonera y sería su último título en cancha, ya que luego quedó a un paso de ganar otra Libertadores en 2012 y perdió la final contra Corinthians, pese a jugar en un gran nivel toda la Copa. Su último título fue la Copa Argentina 2012, que llevó al equipo hasta la final y que no la pudo jugar porque se había ido.
El regreso de Carlos Bianchi al Xeneize en el 2013 y tras un arranque complicado, hicieron que Riquelme lo llamara y le dijera: “Si vamos a sufrir, suframos juntos”. Sabiendo muy bien que tanto a Bianchi como a él lo iban a estar esperando esos mismos que de adentro del club ya habían hecho que él estuviera seis meses sin jugar en Boca, pero con su vuelta Román se dio el gusto de defender dentro de la cancha a su maestro y de ser el jugador que más jugó en La Bombonera, hizo que literalmente sea el patio de su casa y eso la gente se lo agradeció siempre. Un 11 de mayo de 2014 ante Lanús fue su último partido y fue ovacionado como en su debut, pero con la diferencia de que ahora no había sol, era una noche lluviosa y triste con todos los hinchas cantando: “Riquelme es de Boca y de Boca no se va”.
Finalmente, Riquelme se iba a ir de Boca y se terminó retirando a los seis meses, después de ascender con Argentinos Juniors a Primera, pero su historia con La Bombonera no se había terminado y el destino los volvió a encontrar antes de lo que muchos imaginaban. Un 8 de julio de 2015 Román fue invitado por Sebastián Battaglia a su despedida y como se esperaba los hinchas volvieron a ovacionar a su ídolo, ese “Riqueeelme, Riqueeelme” fue un canto de amor y esta vez también fue de guerra contra la dirigencia que no lo había dejado retirarse en el club. Sin embargo, el tiempo pone siempre las cosas en su lugar y Riquelme en 2019 volvió a Boca como vicepresidente. Ahora tendrá su partido de despedida con la gente y otra cita más con La Bombonera que entrará en la historia de un románce eterno.
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En este día tan especial les dejamos una nota escrita por uno de los nuestros, que formó parte de la revista de Riquelme y que pertenece a Emiliano Rossenblum:
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